El Tiempo es de Dios

sábado, 22 de mayo de 2010

Juan Calvino

Juan Calvino

1509 – 1564

En una época donde como cristianos damos por sentado muchos asuntos concernientes a nuestra fe, podemos caer en el desacierto de mirar despectivamente las épocas cuando éstas no se daban por ciertas y privilegiados por estar en este lado favorable de la historia, podemos subestimar las épocas cuando otros estuvieron en el lado no tan privilegiado de la misma.

Continuamente nos veremos obligados, en honor a la verdad, a volver nuestros ojos a los tiempos pasados, a las raíces de nuestra fe, combatiendo el espíritu a-histórico de nuestra era posmoderna, que casi nos obliga a desligarnos de cualquier amarre histórico que nos pueda influir, solo negando en la teoría lo que en la práctica es una aventura imposible.

Tal vez para algunos, volver los ojos al hilo histórico de la fe cristiana evangélica, sea una empresa irrelevante, pues el futuro siempre está al frente, listo para ser conquistado. Para otros, mirar hacia las raíces de la fe se ha convertido en un fin en sí mismo, donde se ha perdido todo sentido de compromiso generacional. Sin embargo para otros, reconocer que no hemos surgido ex nihilo y que a la vez hemos heredado la tarea de progresar con el Evangelio del Reino de Dios en la contemporaneidad, escuchamos el clamor urgente con más precisión que nos es necesario hacer lo uno, sin dejar de hacer lo otro.

Los que sentimos un compromiso con la fe histórica, somos desafiados siempre a volver a los ríos de la verdad cuyos nacimientos se encuentran antes que nosotros y así poder regar las tierras de nuestra generación con la fe que una vez fue dada a los santos pero que su continuidad histórica obliga a cada hijo de Dios a ser una expresión fiel del buen deposito que le fue dado a la Iglesia como columna y soporte de la verdad.

Providencialmente estamos 500 años después del nacimiento de uno de los hombres, venidos de la mano de Dios, que se paró en la historia en la misma línea de la fe cristiana pura. Este hombre se situó no en los comienzos de la fe evangélica, pero si en su testimonial continuación. Hombre sujeto a pasiones como las nuestras, no solo construyó una gran represa donde desemboca el rio de la fe pura sino que hábilmente puso los cimientos, como ningún otro, para que esa agua limpia pudiera ser patrimonio de la Iglesia de Cristo en las vertientes de una teología sistematizada.

Quisiera poder expresar, no con exhaustividad, pero si con precisión, algunos aspectos de la vida de Juan Calvino y su papel en la formación de la fe cristiana Evangélica. Claro, vale la pena aclarar que hablo desde una perspectiva pastoral, pedagógica, no desde la palestra de la erudición. Quiera Dios que estas sencillas palabras nos lleven a reconocer a quienes nos han precedido en la fe y honrarles. Sobre todo animar a la Iglesia a emular su legado sin igual. Esto lo hago con humildad y a sabiendas que el solo hablar de Calvino en muchos círculos cristianos es asunto de segura e irreversible polémica, de sismas irreparables y de malos entendidos. Aun así, por amor a la fe cristiana histórica y pura, lo haré y más cuando la iglesia actual ha juzgado injustamente a este hombre, sin haber escuchado su defensa, al menos con mediana atención y dándole, tan siquiera, el beneficio de la duda.

Comprimir en unas páginas la influencia y el legado de Calvino, no solo para la Iglesia Evangélica sino para el pensamiento social occidental, es una ardua tarea. Hay especialistas en esto, yo no soy uno. Mi perspectiva más bien va encaminada a proveer elementos que nos permitan apreciar de una mejor manera la vida y obra de Calvino y valorar así su influencia en el cristianismo. Se podría pensar que esta influencia es más un deseo que una realidad. Sin embargo esta influencia se vive sin duda en los que se denominan Iglesia Evangélica. Es innegable y sería irreal negarlo, que muchos han vivido y se han desarrollado bebiendo de su influencia aunque la desconozcan y aun la critiquen sin conocerla.

No se podría exagerar la gracia de Dios en la vida de este hombre. Para muchos podría ser llamado el hombre del milenio. El mayor de los reformadores. Felipe Melanchton, el sucesor de Lutero, le llamó El Teólogo en una época donde llamarse Teólogo no era una cuestión de apelativos aduladores o títulos universitarios sino de vocación y erudición real. Omitir a Calvino de la historia de la Iglesia y de la civilización occidental es leer la historia con un ojo cerrado. Es una falta a la verdad y un grave descuido por quienes nos denominamos Evangélicos.

Juan Calvino como todo hombre de su época, nació bajo el poderío del Catolicismo Romano y sus primeros años fue envuelto en los ritos y costumbres de dicha religión. Sin embargo por varias providencias de ubicación, posibilidades familiares y constitución propia, muy joven fue inclinado a la academia. En una fecha desconocida, después de sus veinte años fue convertido verdaderamente a Cristo no sin dolores y lágrimas, no sin afrontar el golpe de saberse pecador y consiente de la pocilga donde sus primeros años se había revolcado. Ahora la luz de Cristo le alumbró y le inflamó con intensos anhelos de servirle.

LA GLORIA DE DIOS

La motivación que movía la vida de este hombre era una inigualable pasión por la Gloria de Cristo, según Él se ha revelado en las Santas Escrituras. Sin duda, la historia nos muestra que pocos hombres han tenido ese mismo sentir, pero ninguno como él. La preeminencia de la Gloria y Majestad de Dios era su centro, la Palabra de Dios el bendito e inigualable medio por el que Su Majestad era comunicada y las obras de la providencia entendidas. Calvino hizo de la gloria de Dios el fin de todo lo que hacía y elevó la gloria de Su Palabra, tan olvidada en la experiencia viva de la cotidianidad y religión de su época.

Al parecer sus convicciones son las nuestras, a primera vista, pero aquí hubo un hombre que no solo estuvo lleno de palabras muy evangélicas sino de una vida y obra Evangélica. Podemos tener mucho lenguaje evangélico y sin embargo seguir siendo nosotros el centro. Podemos proyectar como meta la propia salvación dejando a Dios como auxiliar en todo este proceso, podremos hacer de esta vida nuestra vida y aun confesarnos abiertamente evangélicos, seguidores del que llevó la cruz negándose a sí mismo. Para Calvino esta disociación no existía.

LAS SANTAS ESCRITURAS Y LA PREDICACION

Su amor por la Palabra de Dios era evidente. Estudioso y conocedor de los idiomas Bíblicos originales, se esforzó toda su vida en interpretar correctamente las Sagradas Escrituras porque sabía que la vida y fe del individuo dependen de la pureza con que ellas se expongan. Por ello su devoción por la Biblia fue demostrada por el ministerio que desarrolló.

Predico alrededor de 4000 sermones desde el pulpito. Con su agudeza exegética y paciencia pastoral, honró la predicación de la Palabra de Dios al darle la preeminencia que Según la Escritura, es necesario que tenga la exposición de la Palabra de Dios en la Iglesia. No es común ver este tipo de dedicación hoy. Aun más cuando la alabanza deja tan poco tiempo a la predicación y cuando los oyentes están más preocupados por oír cosas nuevas, agradables a sus oídos, relacionadas con el progreso personal y la autoestima. No es común encontrar hombres que honren el ministerio de la Palabra de Dios en sus congregaciones, dedicándose a la exposición regular de ella y más hoy cuando muchos pastores son perezosos y prefieren el activismo y los programas lúdicos que aplicar su mente y la de la Iglesia a entender la Biblia, que finalmente es la Palabra de Dios.

Pero podemos dar una impresión muy general de lo que Calvino asumió como predicación si no precisamos los términos. Este hombre dedicó su vida a predicar expositivamente la Biblia. Explicando versículo por versículo los libros Bíblicos a su Iglesia. No cayó en la tentación de correr a las ‘necesidades percibidas’ de la congregación, porque sabía que es la Palabra de Dios lo que necesita el pueblo de Dios. Así que dedicó su vida a exponerla con claridad, con continuidad, sistemáticamente, por largos años. La predicación de la Biblia no era un programa de la Iglesia, era la manera en que Calvino asumió el llamamiento santo del pastorado, lo cual está muy acorde con la enseñanza general de las Santas Escrituras.

En armonía con su alto aprecio por las Santas Escrituras, no solo predicó sino que escribió comentarios Bíblicos. Cubrió el 75% de la Biblia en sus comentarios. Comentó 24 de los 27 libros del Nuevo Testamento. Al morir ya había dejado 45 volúmenes de comentarios Bíblicos de más de 400 páginas cada uno de ellos. Fue intensivamente un predicador expositivo, nunca abandonó su costumbre de ir libro tras libro de la Biblia. Y todo esto lo hacía con una mezcla excepcional de rigor exegético como erudito que era y sencillez y amor pastoral. Calvino nos dio el más hábil, claro, palpable y gran ejemplo de exposición de las Escrituras que hemos visto por siglos.

¿Será por este motivo que el nombre de Calvino es tan molesto hoy? ¿Será porque evidencia nuestra negligencia ministerial? ¿Sera porque por la gracia de Dios fue él quien propuso verdades más claramente que cualquier otro hombre que jamás respiró y no reclamó honra para sí mismo? ¿Será porque mientras tengamos memoria histórica de este personaje debemos hacer varios esfuerzos para no ser llamados infieles como ministros del evangelio?

CALVINO Y TEOLOGÍA

Calvino estableció un estándar teológico y doctrinal sano de las Escrituras. Para el reformador, no es teología sana centrar los pensamientos del hombre hacia sí mismo. EL Catolicismo romano hacia del hombre el centro de sus ritos y doctrinas. Hoy se podría acusar a gran parte del Cristianismo Evangélico de hacer su doctrina bajo la misma perspectiva. Para Calvino la teología debería centrarse solo en Dios, los demás quedaba subordinado a este aspecto.

Asombra encontrar personas que califiquen a Calvino como un ignorante Bíblico cuyo pensamiento sea fácilmente superado por la especulación de un maestro contemporáneo que dice no necesitar el estudio riguroso de la Biblia para saber la voluntad de Dios. Sin embargo, la historia está allí, la podemos ignorar, podemos desviar nuestra mirada, pero eso no anula que siga habiendo un testigo en Juan Calvino, de cuando la centralidad de la Palabra de Dios en la Iglesia empezó a ser una realidad.

El movimiento de la Reforma protestante del siglo XVI siempre se identifica con Martin Lutero. Sin embargo, la Reforma debe su precisión más exactamente a Calvino que a Lutero mismo. Para ilustrar de alguna manera el papel de Calvino en la Reforma podemos tomar las palabras del gran predicador inglés quien dijo que Lutero fue un volcán derramando ideas de fuego en todas las direcciones, sin patrones ni sistemas, pero ideas. Pero las ideas no pueden sobrevivir y perdurar sin un cuerpo. Se necesitaba quien pudiera darle forma a la doctrina que era ciertísima entre los cristianos o de lo contrario el cristianismo pudiera haber sido fácilmente silenciado por la maquinaria poderosa de la Iglesia Católica que se volcó para silenciar la Reforma. La obra de Calvino fue la obra de un arquitecto más que la de un ejército de choque. La obra se Calvino fue más la de un molino que poco a poco tritura que la de una gran explosión.

Para nosotros, por ejemplo, definir en pocas palabras lo que creemos de la cena del Señor, o asumir que es indudablemente correcto que la Iglesia esté compuesta solo de los creyentes y que no es asunto de nacer en un país nominalmente cristiano, es algo en lo que no reflexionamos, simplemente lo damos por cierto. Pero piense en la época cuando estas cosas no se daban por sentado y no solo estas sino muchas más necesitaban ser definidas, ordenadas, explicadas, defendidas y aplicadas en contra de la tradición y la religión Católica Romana. Calvino fue el hombre que llenó las expectativas en estas labores.

De sus manos surgió la mayor obra literaria de la Reforma protestante, la cual se usó como un texto de Teología sistemática y que sirvió como ayuda para la instrucción de los pastores y sus congregaciones. También se usó como base para la elaboración de Confesiones de Fe, Catecismos y tratados que hicieron oír la voz del pueblo de Dios que se rehusó ser identificado con la Iglesia apostata. Esta obra es la Institución de la Religión Cristiana. Calvino la escribió a los 25 años relativamente poco tiempo después de su conversión. Cuando él tenía 27 años, en 1536, se publicó por primera vez. La primera edición contaba con 6 Capítulos, 111 páginas y un aproximado de 85.000 palabras. Al pasar de los años y después de 5 ediciones que ampliaban su contenido, el ‘Templo de Verdad’ de sus Instituciones llegó a su forma final de 80 Capítulos, 4 Libros y 450.000 palabras aproximadamente.

Aunque en la historia de la Iglesia algunos hombres procuraron sistematizar las doctrinas Cristianas Evangélicas, finalmente fue Calvino quien llevó estas procuras a una realidad. En sus Instituciones se abordaron de una manera ordenada las áreas de doctrina que identificaba la Iglesia Cristiana Evangélica. Siguiendo el orden del credo de los Apóstoles desarrolló con meridiana claridad dichas doctrinas. Comparando la primera edición con la última, se encuentra que no se anexaron más temas sino que se ampliaron. El anciano que por última vez revisó las Instituciones antes de morir, seguía pensando igual que el muchacho francés que le dio inicio. ¿Por qué? Porque Calvino no desarrollo su propio pensamiento que puede cambiar naturalmente con los años, sino que se apoyó en la Biblia que permanece para siempre. Prueba de ello las Instituciones cuentan con 3000 referencias bíblicas aproximadamente. Calvino dice con claridad: La Reforma no es una novedad teológica, está asentada suficientemente en la Palabra de Dios. En contraste la iglesia Católica de Roma es la novedad teológica.

Este fue, por la gracia de Dios, el arquitecto de la teología reformada. El teólogo. Calvino se paró en los hombros de los apóstoles, profetas y padres de la Iglesia para dar testimonio de lo que es el cristianismo Bíblico ortodoxo. Además de ello hubo miles de tratados impresos venidos de su pluma, donde abordó varios temas con genio exegético, profundidad y valor permanente. Por eso afirmamos que en verdad, nadie puede con justicia despreciar el calvinismo o llamarle una nueva idea.

INFLUENCIA DE CALVINO

Su pulpito y su pluma repercutieron indudablemente en la vida de Europa de su siglo y de siglos posteriores. Es más, su influencia llegó al nuevo mundo, traspasó fronteras inimaginables. Las consecuencias de su pensamiento aun se dejan ver en la Iglesia Cristiana Evangélica y en las libertades fundamentales del individuo que se asumen en el mundo occidental.

IGLESIA

Desde Calvino se adoptó una manera distintiva de denominar la Iglesia, ahora se podía hablar de una Iglesia Reformada que se expandió a otras naciones y subsisten hasta el día de hoy. ¿Qué identificaba este tipo de Iglesia Reformada? Por la brevedad del espacio aquí solo las nombraremos. Aun así, fíjese que estos asuntos se afirmaron con indudable precisión, tomaron su forma definitiva y se convirtieron en base fundamental de la Iglesia, en una época cuando la Iglesia Católica Romana tenía el control religioso y político. Como he dicho con anterioridad, estas cosas no se daban por sentado en esta época y en esto radica gran parte del valor de la obra e influencia de Calvino.

Esta Iglesia tenía la Santa Escritura como la ultima autoridad final. No hombres, no concilios, no supersticiones, sino la Sola Escritura. Como esto era cierto ese tipo de Iglesias se distinguieron por la centralidad de la predicación de la Palabra de Dios. La arquitectura que se usó en los templos cristianos Evangélicos a partir de la Reforma lo testifica. En los templos Católicos Romanos en el centro del altar se encontraba la mesa de los sacramentos. En los Templos influenciados por la fe reformada, en el centro se puso el pulpito y toda la arquitectura de estas edificaciones confluían en ese punto del templo.

Para Calvino la Iglesia debería ser compuesta solo de los elegidos que habían sido llamados eficazmente por el Evangelio y la conversión. Ser creyente no era un asunto de nacimiento. La mesa del Señor (Santa Cena) se empezó a dar con regularidad y con las dos especies. Además, Calvino luchó arduamente para que en ella solamente participaran los creyentes. Pero fue más allá, batalló con perseverancia para que participaran los creyentes dignamente, cercó la mesa del Señor para aquellos que confesándose creyentes continuaban en sus pecados. Se esforzó por enseñar e implementar sin preferencias de ningún tipo la disciplina de la Iglesia, aun llegando a excomulgar a personas influyentes en la sociedad y que por medio del Estado lo presionaban y amenazaban para que les permitiera vivir inmoralmente y ser contados entre la Iglesia.

LITURGIA

La liturgia (Los servicios o cultos) tuvo también un acercamiento Bíblico. Las personas cantaban los Salmos y estaban expuestas a una exposición secuencial de la Biblia continuamente. Calvino, a diferencia de muchos, estableció que en la adoración pública solo se debían usar los elementos que están revelados en la Palabra de Dios. Hombres como Lutero pensaban que además de usar en la liturgia lo que está mandado en las Escrituras, podría usarse lo que no estuviera claramente prohibido. Esta enseñanza fue llamada El Principio Regulador. Calvino dijo que solo lo que esté ordenado explícitamente en las Santas Escrituras debe ser puesto en la adoración. Imagine el golpe frontal a la liturgia Católica Romana, llena de ritos de origen humano. Imagine el golpe frontal a los cultos contemporáneos llenos de bullicio mundano. ¿Será éste otro motivo por el que sería mejor confinar a Calvino al baúl de las reliquias? El culto tenía un objeto definido, dar gloria a Dios, el hombre no era el centro de la liturgia.

IGLESIA Y ESTADO

Sabiendo que fue una decisión Estatal la que le permitió trabajar como predicador en Ginebra defendió la separación adecuada entre Iglesia y Estado. Esto le costó, entre otras cosas, ser desterrado de Ginebra por algunos años. Luego la misma Ginebra en cabeza del Estado lo pidieron con urgencia a causa del desorden social y eclesial que se levantó tras la partida de Calvino de Ginebra. Ahora con más fuerza se opondría a que el Estado influyera en las decisiones de la Iglesia.

En contra del mundo, como lo haría Lutero, enseñó y promulgó desde el pulpito, en los libros y tratados que Solo Cristo es la Cabeza de la Iglesia no el papa a riesgo de perder la vida. Si por las providencias políticas de Ginebra en esta época, no hubiese estado de alguna manera protegido, sin duda le hubieran martirizado en las llamas de la Inquisición de la Iglesia Católica Romana. Pero allí no se detuvo su celo por la organización de la Iglesia. Según Calvino la Iglesia debe estar gobernada por una pluralidad de hombres piadosos, una pluralidad de ancianos. Calvino logró definir Bíblicamente la voluntad divina acerca de este tema. Vio como algo no preciso que la Iglesia tuviera un solo pastor. Tanta autoridad en un hombre podría ser peligrosa, además que no se conforma plenamente a las Escrituras.

SOCIEDAD

Pero la sociedad no pudo resistir la influencia del pensamiento de Calvino, pues desde su pluma surgieron las ideas más revolucionarias de una nueva manera de ver el mundo, las vocaciones, los oficios, el papel del hombre en esta tierra. Pero tampoco hablamos de una idea original, pero si revolucionaria. Calvino solo impulsó lo que es claro en la Biblia, y lo que tenía claro en su mente cautiva de la Palabra de Dios. El principio de la visión calvinista del mundo era que todo debería ser hecho Solo para la gloria de Dios. Toda área, todo deber, disciplina, todo en la vida, debe ser hecho con la visión de la Gloria de Dios. Rom 11: 36.

LA VOCACIÓN

Su teología se aplicó a toda área de la vida. Antes de la Reforma la doctrina de la vocación era solo para los clérigos. Solo ellos podían hacer las cosas para la gloria de Dios, los demás, los laicos, estaban destinados a hacer un trabajo secular. Pero con Calvino se afirmó una verdadera ética de trabajo protestante. Para este hombre toda obra es un llamado de Dios. Todo es sagrado y todo servicio es un ministerio. Calvino elevo todas las vocaciones a un llamado santo, porque todas debían ser hechas con un sentido de deber sagrado. De esta manera surgió una nueva dignidad y valor en el trabajo. Producto de ello se levantó una sociedad industriosa. Hablando a los potentados como a los obreros les recordaba que algún día todos estarían delante del Juez y su trabajo iba a ser examinado, desde el primero hasta el último, el día final. Y de una baja productividad medieval surge una comunidad laboriosa.

LA INDUSTRIA

Promovió una sociedad industriosa, la libre empresa y libre mercado. Enseñó desde el pulpito los valores al obrero común, la honestidad en los negocios, el trabajo duro, el derecho a la propiedad privada, la inversión, la vocación al comercio, el asumir riesgos en los negocios, a tomar a Dios en cuenta, el considerar a los pobres y más. Hasta donde el calvinismo fue, la industria, la productividad, la empresa libre se desarrolló. Donde el calvinismo no penetró sino que el Catolicismo Romano continuó su influencia, hubo pobreza, vagancia. Latinoamérica es un testimonio vivo de ellos, somos producto de esta verdad. Nuestras tierras fueron conquistadas en su mayoría por países europeos donde se resistió el calvinismo.

LA EDUCACION

Antes de los días de Calvino la educación se limitaba a la clase aristocrática y a los monasterios donde se entrenaban los monjes. Calvino estaba determinado a cambiar esto. En el 1559 formó una academia en Ginebra para entrenar a las personas en sus distintas vocaciones. Esta educación se daba en dos niveles. En el primer nivel era una educación pública básica donde se educaba a los laicos para que vivieran para la gloria de Dios según su vocación. En el segundo nivel se enseñaba a aquellos varones inclinados al servicio cristiano para que educados pudieran enseñar a otros. 600 estudiantes estaban a su inicio en la Academia de Ginebra, cristiana, calvinista pura. Cinco años después los estudiantes sumaban los 1200. Venían de todas partes a ser instruidos por la academia de Ginebra.

MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERAS

Las ideas y doctrinas calvinistas salieron a todo el mundo. Luego que muchos de estos estudiantes fueron enviados a muchos lugares después de terminar sus estudios. Ginebra se convirtió en el lugar donde los cristianos perseguidos se refugiaban por la persecución de la Inquisición romana. Sin embargo, ellos luego volvían a sus tierras con las doctrinas de Calvino diseminándolas en muchas partes del mundo. Se habla de la academia de Ginebra como de La Escuela de la Muerte. ¿Por qué? Porque se volvió común el recibir perseguidos por la iglesia de Roma, por ejemplo los hugonotes franceses, los perseguidos escoceses, los ingleses, que se sentaron a los pies de Calvino para luego volver a sus tierras a predicar el evangelio y ofrendar sus vidas como mártires por la obra de Cristo.

Las obras de Calvino se empezaron a traducir y a ser distribuidas por muchas partes. Además escribió abundantemente a reyes y nobles de muchos países. Muchas de sus cartas ni siquiera habrán sido leídas, pero nunca paró su pluma de escribir. Su influencia llegó a Francia donde obviamente Calvino no podía poner un pie. Antes de 1562 los creyentes franceses se reunían en cuevas, fincas, graneros, por la persecución Estatal y de la iglesia de Roma. Pero por la influencia del Calvino después de esta época, se conocía de la existencia de más de 1200 Iglesias Cristianas Evangélicas en Francia. Esto de por si es importante, pero aumenta su relevancia el saber que para ese entonces había dos leyes claras en Francia: No ser cristiano y no salir de Francia, so pena de muerte. De una población de 20 millones de franceses, 2 millones eran abiertos confesores del calvinismo. Un tercio de la nobleza en Francia era calvinista.

Su influencia se extendió por Europa, empezando el mismo recorrido que había tenido en Ginebra, permeando la cultura, la política y sobre todo, las Iglesias. Para solo citar un ejemplo, el conocido John Knox fue influido directamente por Calvino y fue a Escocia y promovió lo que se conoce como La Reforma Escocesa. La influencia del calvinismo dio origen al puritanismo. Las Instituciones de Calvino eran “la carne que comían los puritanos”. El calvinismo era la teología que reinaba en Inglaterra para la época colonial. Esto es un dato muy importante porque fueron los ingleses quienes penetraron en América, lo que nos muestra que la sociedad americana en sus comienzos traía raíces calvinistas.

LA POLITICA

No bastando esto, su influencia se hizo sentir de muchas maneras en la vida política de su época y posteriores. Ginebra se convirtió en una maqueta que otros veían para imitar orden en la sociedad. Calvino recalcó el fundamento moral para una sociedad basado en los 10 mandamientos. Así que no solo enseñó la validez de la ley moral en la Iglesia, también vio que debería haber un estándar moral para la sociedad y los pilares están en esta ley moral. Promovió la justicia y restringió el mal desde una perspectiva Bíblica y justa. Impulsó una sociedad de ley y orden basada en la ley de Dios. Los pilares de la jurisprudencia occidental se encuentran allí en Ginebra.

Basado en el pasaje donde Israel pedía rey advirtió los peligros de la monarquía absoluta. Que todo el poder este sobre un solo hombre es malo y contraproducente, pensaba. Limitó el gobierno con puntos de balance. Habló que en un gobierno deberían existir ramas del gobierno donde ninguna tuviera más poder sobre otra para la estabilidad de los países. La influencia mundial es innegable pues esta es la manera de proceder en general en los países democráticos. Calvino pensó que se debería siempre imponer en todo asunto la soberanía divina por sobre la soberanía humana para la preservación de las libertades individuales. Donde hubiese un monarca absoluto se diluirían inevitablemente las libertades individuales.

Muchos asuntos de estos nos parecen familiares. Pero de nuevo le invito a pensar que en aquellos tiempos no eran asuntos que se practicaran porque muchos de ellos ni siquiera existían. Vemos en Calvino desde muchas perspectivas siendo un hombre que excedió su época. Se adelantó al tiempo en que vivió y nos acostumbró a ello. Obviamente el mundo no le reconocerá, porque para la mentalidad independiente de nuestros tiempos, saber que muchas de sus raíces se hallan en un piadoso hombre que tenía como pasión suprema la Gloria de Dios y su base era la infalible Palabra de Dios, no es algo que el hombre quisiera oír o recordar. Es mejor para el hombre habituado al mal, preferir la idea que venimos del mono y que somos producto de una ciega casualidad. Finalmente siendo así, no tenemos que rendir cuentas a nadie.

SERVET

Sin duda alguna este valioso hombre dado a la Iglesia por la gracia soberana de Dios, ha sido rudamente juzgado por muchos quienes no pueden perdonar que en muchas cosas haya sido un hombre de su época. Dios nos permitió conocer de sus errores para que sepamos que la perfección es propiedad de nuestro Señor Jesucristo únicamente y que sus siervos están sujetos a la debilidad y el error todo el tiempo de su peregrinar. Los hijos agradecidos de Calvino, tenemos que reconocer que en el caso de Miguel de Servet, no obró de acuerdo a la luz que tenía.

Era una época de hogueras y martirios. Una época cruel donde la libertad religiosa era una idea impensable. Los gobiernos y la religión pugnaban por el poder de las naciones. Los asuntos eran tan intolerantes que ir contra la religión del Estado significaba un crimen de estado. La herejía era penalizada como un delito. Servet quien había sido apresado por la iglesia de Roma y condenado al martirio por sostener ideas unitarias, se fugó de su prisión y no pudo ser asesinado por la Inquisición. No se sabe a ciencia cierta que lo motivó a ir a Ginebra. Calvino tiempo atrás había cambiado correspondencia con él, le advirtió que su aparición en Ginebra sería vista como un desafío abierto y que no se tendría compasión de él si llegaba allá.

Finalmente pasados los años, eso mismo hizo Servet. Se apareció en Ginebra y fue apresado. Calvino asumió el papel de acusador en el juicio que se le realizó. Servet estaba confiado de su resultado pues gran parte de quienes podían decidir su suerte, odiaban a Calvino porque eran de aquellos que Calvino enfrentó por sus inmoralidades (llamados libertinos). Servet tomó confianza y aprovecho para voltear el juicio a su favor acusando a Calvino y estaba casi seguro de su victoria. Ambos sabían que la muerte le esperaba a quien resultara culpable. Para sorpresa de los libertinos de Ginebra, al asesorarse de algunos países vecinos (Zurich, Berna, Basilea y Schaffhausen), aconsejaron la muerte para Servet. Presionada a guardar la paz de la región, el consejo de Ginebra aprobó la ejecución de Servet por la herejía irretractable hábilmente puesta en evidencia por Calvino.

Ni Servet mismo lo podía creer. Calvino pidió que para su ejecución se usara la espada para no alargar su sufrimiento. Su petición fue denegada y en 1553 fue quemado en la hoguera. No es cierto que Calvino mató a Servet, pero si es cierta su influencia en esta decisión. Aun así, el hombre que promulgo las libertades de conciencia, esta vez erró al no recomendar al Consejo de Ginebra que se las permitieran a Servet. En esto, Calvino fue un hombre de su época. Aun sus amigos íntimos lo apoyaron en la decisión que tomó. Sin embargo parece injusto que los errores de Calvino sean usados por sus detractores, para desechar la validez y peso de su mentalidad Bíblica y su Teología. Pero el que quiera hacerlo lo hará, injustamente, pero lo hará.

HUMILDAD, DEBILIDAD Y GRANDEZA

Juan Calvino afrontó su vida con claras convicciones Bíblicas. La pasión que lo empezó a mover de joven, se fortaleció con los años que Dios le permitió vivir. Calvino combatió por la supremacía de Cristo en todas las cosas. Era necesario que la sabiduría de Dios y su voluntad gobiernen todas las cosas porque somos de Él. Así que exhortó al mundo de su tiempo con voz clara que toda nuestra vida debería luchar por su Gloria. Su voz sigue sonando hoy, la podemos oír, aunque la niebla mundana no nos permite verlo con claridad. Ese tal vez es nuestro problema.

Ningún hombre jamás tuvo ese sentido de la gloria de Dios como Calvino. Vio los abusos de los curas no como meras desviaciones doctrinales, los ataques contra la doctrina y el pecado no solo como graves problemas sino como ataques a la gloria y honor de Dios. El tema principal en todo aspecto era procurar remover todo lo que opacara la supremacía de Dios.

Ya para este momento, no sería extraño ver a Calvino en un palacio rodeado de riquezas y reconocimiento. Pero para vergüenza de la opulencia papal Romana, todas estas cosas fueron realizadas por un humilde hombre que vivía en la Calle del Cañón en Ginebra. Roma hizo que corriera un rumor de la supuesta riqueza y ostentación de Calvino para justificar sus aberraciones ostentosas. Ser de humilde condición económica y no pretender mejorarla, era una virtud desconocida en la iglesia de Roma. Como avergüenza tal hombre y lo que logró a la opulencia de ciertos ‘pastores’ que pasados décadas de ministerio jamás han predicado un sermón Bíblico.

Lejos de pensar que todos sus logros los llevó a cabo desde la vida cómoda, se debe recordar que este hombre fue un trabajador infatigable y sufriente. Cada dos semanas predicaba 10 sermones, cada semana daba tres conferencias de teología, asistía a la reunión del Consistorio de la ciudad a hacer sus amonestaciones. Cada viernes hacía un estudio de la Biblia. Nunca dejaba de visitar a los enfermos, de exhortar y aconsejar en privado y otras cosas más. Escribía a sus compatriotas franceses con regularidad y aun a muchos jóvenes mártires que no conocía pero que se sentía obligado a hacerlo. Todo esto en medio de la composición de libros, folletos y diversos tratados esplendidos.

Sobrevivió mucho tiempo con solo una comida al día sin comer nada más. Se dio cuenta que esta era la mejor manera de controlar sus fuertes migrañas. Se veía enfermo continuamente de su estomago, sufría fuertes cólicos, escupía sangre, era afectado con regularidad por fiebres palúdicas, tenía gota y sufría de dolorosas hemorroides. Sin embargo peor que todo lo anterior parece haber sido los cálculos en los riñones que tenía que soportar sin el alivio de algún sedante. Calvino intentó tener hijos con su esposa. Tuvo que enterrar a sus tres hijos quienes murieron tiempo después de haber nacido. Amaba a su esposa Idelette, quien también le fue quitada de su lado 9 años después de casarse. El dolor de estas pérdidas le afectó demasiado, según él mismo lo confiesa en algunas de sus cartas. Aun así nunca paró su vida agitada. Siempre había un sermón que predicar, una carta que escribir, un libro que completar, una exhortación, consejo o una visita que hacer.

Se sometió a la mano soberana de Dios con una determinación magna. Su fe era indudable y sus convicciones que de la mano de Dios todo proviene lo sostuvieron en sus muchas debilidades. Hubiese sido descuartizado por la ‘teología’ de la prosperidad de vivir hoy. Hubiese sido criticado de determinista por otros al asumir que Dios es Soberano en absolutamente todas las cosas. Hubiese sido llamado hereje por muchas iglesias si viviera hoy, por predicar incansablemente la supremacía de Dios en la salvación del hombre que salva a quien quiere sin pedir su consentimiento.

MUERTE

Enfermo y debilitado por la clase de vida que llevó, partió de este mundo el 27 de mayo de 1564 a los 54 años entre las 8 y 9 de la noche. Entre continuas y silenciosas oraciones y ataques de dolor, se quedó dormido apaciblemente esperando el día de la resurrección. El hombre cuyo nombre con el tiempo está más ligado a la doctrina de la predestinación que ningún otro, entró a la presencia del Señor dejando atrás una huella imborrable en la historia de la Iglesia y el mundo occidental. Cuando hoy se acusa a los reformados que la doctrina de la predestinación produce inactividad y pereza o tal vez descuido espiritual, este hombre nos enseñó todo lo contrario, que la verdadera gracia que sin merecerla llega a un individuo, produce un anhelo por la supremacía de Cristo en todas las cosas, pasión que es imposible retener en la actitud de la pasividad.

Antes de morir, dicta como parte de su testamento las siguientes palabras:

En el Nombre de Dios, yo Juan Calvino, siervo de la Palabra de Dios en la Iglesia de Ginebra, debilitado por muchas enfermedades…doy gracias a Dios por haberme mostrado no solo misericordia, a mi su pobre criatura, y por haberme soportado en todos los pecados y debilidades y lo que es mucho más por haberme hecho participe de su gracia para servirle por medio de mi obra…Doy testimonio de que vivo y me propongo morir en esta fe que Dios me ha dado por medio de Su Evangelio, y que no dependo de nada más para la salvación que la libre elección que Él ha hecho de mí”.

Acepto la gracia que se me ha ofrecido en nuestro Señor Jesucristo y acepto los meritos de su sufrimiento y muerte ya que por medio de ellos han sido sepultados todos mis pecados; y humildemente le suplico que me lave y purifique con la sangre de nuestro gran Redentor, que fue derramada por todos los pobres pecadores de modo que yo, cuando me presente delante de su rostro, pueda mostrarme semejante a Él”.

Además, declaro que me he esforzado en enseñar su Palabra incontaminada y en explicar la Sagrada Escritura fielmente, según la medida de la gracia que Él me ha dado. En todas las discusiones que he tenido contra los enemigos de la verdad, no emplee ni astucias ni sofismas, sino que he luchado por Su causa con honestidad. Pero, oh mi voluntad, mi celo fueron tan fríos y flojos que me reconozco culpable en todos los aspectos; sin su infinita bondad, todos mis esfuerzos apasionados serían humo, más aun, la gracia misma que me dio, me haría resultar más culpable; por ello mi única confianza es que el Padre de misericordia quien como tal desea revelarse a mí, miserable pecador”.

En cuanto a lo demás, deseo que después de la muerte mi cuerpo sea sepultado según la forma acostumbrada en espera de la bendita resurrección”.

DESAFÍO

Este ensayo ha pretendido honrar al hombre que infatigablemente trabajó por amor a la obra de Cristo en un tiempo cuando solo ser cristiano era ya pagar un precio muy alto para cualquiera, cuanto más trabajar para Sus intereses siendo el principal de los reformadores. Sin prometérsele un galardón mayor que al nuestro, sin tener un Cristo mayor que el nuestro, sin dársele medios más poderosos que los que se nos han concedido a nosotros, viviendo en el mismo mundo, trabajando con individuos pecadores a su alrededor como nosotros y aun así, viviendo la fe en medio de su debilidad tan distinto a nosotros que solo saberlo nos avergüenza. Como bien nos guían las Escrituras en Heb. 13:7 Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe. Eso mismo es este escrito.

Hoy en una época en que ser reformado pareciera ser una novedad teológica, cuando las doctrinas calvinistas son llamadas herejías o fanatismo, cuando para muchos ser reformado significa aceptar meramente las doctrinas de la gracia, o congregarse en un templo que antes se dedicó a la proclamación de la Palabra de Dios, o sencillamente un simple distintivo doctrinal, es necesario escuchar la voz de Calvino, que no es más que la explicación de las Escrituras y la aplicación a cada aspecto de la vida.

Nuestra manera de ver la Biblia debe cambiar, nuestra predicación ha de ser transformada, nuestra vocación precisada, nuestra influencia mayor, la Iglesia debe volver a las sendas de la verdadera doctrina que hoy se está esfumando frente a nuestros ojos impávidos, nuestro llamado a glorificar el Nombre de Cristo en esta generación debe ser atendido con toda solicitud. Es necesario volver a la pasión por la Gloria de Dios mediante un acercamiento honroso y dedicado a la Palabra de Dios.

Este fue Juan Calvino, el hombre humilde que vivió toda su vida en Cristo bajo el lema:

Soli Deo Gloria, Solo a Dios sea la Gloria.

Oh Señor Jesucristo, que esa sea nuestra pasión en este siglo.

Jorge E. Castañeda Delgado


No hay comentarios:

Publicar un comentario