El Tiempo es de Dios

viernes, 28 de mayo de 2010

El matrimonio homosexual


Publiqué esta entrada pasada la media noche, y al despertar en la mañana me encontré con la noticia de que el famoso Ricky Martin reveló públicamente su homosexualidad. Así que, providencialmente, esta entrada cayó como anillo al dedo.


Cuando la Suprema Corte de Justicia de Massachussets aprobó el matrimonio civil de parejas homosexuales hace unos años, la presidenta de la Suprema Corte, Margaret Marshall, declaró que es anticonstitucional privar a un individuo de la protección, beneficios y obligaciones del matrimonio, simplemente porque haya decidido compartir su vida con una persona de su mismo sexo.

Planteado de ese modo, todo el que se oponga al matrimonio homosexual se opone a la Constitución y, lo que es aún peor, carece de sensibilidad humana hacia las personas que tienen una inclinación sexual distinta.

Pero esta cuestión debe ser debatida desde otra perspectiva. Lo que está en juego aquí es la definición misma del matrimonio y, lo que es aún más crucial, el fundamento que sustenta nuestros valores morales.

En un debate sobre el tema que se presentó en el programa televisivo Larry King Live, estaban presentes la congresista Marilyn Musgrave (quien apoya la propuesta de enmienda a la constitución de EUA que define el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer) y el alcalde de San Francisco, Gavin Newsome, quien ha estado expidiendo certificados de matrimonio a parejas del mismo sexo.

En un punto del debate la congresista preguntó al alcalde si apoyaba la poligamia o el matrimonio en grupo. El alcalde evadió la pregunta, pero la congresista insistió: “Si Usted borra las líneas que definen el matrimonio, señor alcalde, ¿cuán lejos llegará?”

Si desechamos la definición de matrimonio que Dios nos da en Su revelación escrita, la Biblia, ¿cuál es la base que usaremos para una nueva definición? ¿Por qué considerar moralmente correcto que dos hombres o dos mujeres se unan en matrimonio y no aceptar otras relaciones que hoy la sociedad considera aberrantes, como el incesto, por ejemplo?

¿Acaso no podrían alegar los polígamos, u otros grupos que practican otras formas de relaciones no convencionales, que están siendo discriminados por sus preferencias sexuales? Sin un punto fijo de referencia para establecer lo bueno y lo malo se elimina todo parámetro para decidir cualquier cuestión ética o moral.

Los cristianos partimos de la premisa de que Dios es el Creador del universo y que El se ha revelado al hombre a través de la Biblia. Y allí se presenta la homosexualidad como pecado. En Romanos 1:26-27 Pablo define la homosexualidad como una pasión vergonzosa y antinatural; y en 1Corintios 6:9-11 declara que los que practican la homosexualidad no “heredarán el reino de Dios”.

Los cristianos no odiamos a los homosexuales, ni creemos que su pecado es el único del que los hombres deben arrepentirse. La Biblia define el pecado como transgresión a la ley moral de Dios y proclama que todo transgresor necesita ser salvado por la gracia de Dios en Jesucristo.

Pero los que rechazan las Sagradas Escrituras ¿qué base tienen para sus propias opiniones? ¿Y qué tan lejos están dispuestos a llegar en su redefinición de las relaciones humanas?


© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

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